Quinta Milú, uno de los proyectos personales de Germán Blanco |
Arraigo entendido como la fuerza impulsora que sirve de denominador común para todos sus vinos, todos tan diferentes que solo podrían pertenecer a un mismo elaborador; a eso me refiero, a imprimir el carácter en lo que se hace, pero sobre todo a dejar hacer, a actuar como hilo conductor, que sea la tierra, la viña la que marque y guíe el vino que saldrá cada año.
No habrá, por lo tanto, una sola añada igual a la anterior; cada vino es diferente: mínimo intervencionismo, elaboración viña a viña para sacar la máxima expresividad de cada una. Se recuperan tradiciones ancestrales como el pisado de uva o la fermentación en ánforas de barro; todo ello presente en cada uno de los proyectos, nuevos, viejos, en Ribera del Duero, en el Bierzo... "Vinos artesanos y de pueblo", que dice Germán. Yo añadiría: Vinos De pueblo Para el pueblo.
La cata transcurrió, amena, divertida, en un serpenteante recorrido por las tierras que ven nacer sus vinos, comenzando por La Aguilera (Burgos), casa de su proyecto personal: QUINTA MILÚ, que debe el nombre a su hijo (nada que ver con el perro de Tintín... ;)). De aquí probamos como primero de la noche, MILÚ 2014, recién salido, con apenas unos meses en botella y por lo tanto con bastante recorrido todavía por hacer (se nota en nariz básicamente), ya se presenta como un vino muy redondo, con esa frescura característica de los vinos de Germán. Un Ribera muy atípico, que tal vez por eso me encanta. 20ha de viñedo viejo en espaldera, a una altitud de 900m aproximadamente, que fermenta en ánforas de barro y en inox, para luego realizar una crianza mínima de 6-8 meses en barricas usadas. El paso de la madera imperceptible, hace que toda su expresividad provenga de la fruta. Está vivo, es fresco, tiene una acidez fantástica y lo bebería a cubos (peligro).
Como en el resto de sus vinos, no se realiza filtrado ni clarificación.
Damos un salto hasta el Bierzo Alto, el "BierZOO", como lo llama Germán. Aquí tiene cabida otro de sus proyectos, en colaboración con la Bodega Altos de San Esteban: Viñedos de altura, de monte, donde la maduración es lenta y el saber hacer juega un papel fundamental. De ahí nace, entre otros, LA PERRA GORDA 2013, un "must" para incluir en esa lista de vinos de excelente calidad por menos de 10 euros. Sorprendente, pero sobre todo, un vino que no deja indiferente. O te gusta, o te no te gusta nada. Y SÍ, a mí me gusta. Me gusta porque me descoloca, me hace pegar la nariz a la copa una y mil veces intentando descifrar las cantidad de matices del terruño que me muestra: tiene fuerza, es frutal y fresco, pero sobre todo es MONTE: eso es lo que se percibe en nariz, posee gran cantidad de matices balsámicos y minerales; un vino rústico, único sin duda. Al igual que el resto de los vinos de San Esteban, procede de viñedos de Mencía, Cabernet-Sauvingon y Merlot. En este caso, la proporción de Mencía es superior (casi un 90%) a la del siguiente en ser catado:
SAN ESTEBAN VIÑAS DEL MONTE 2013, con menor proporción de Mencía que el anterior, procede de la parte más alta de los viñedos; siendo esta una gran añada, que da lugar a un vino más mineral que el anterior y con mucha presencia de fruta y frescura, goloso y muy pleno en boca.
Volvemos ahora a Quinta Milú, LA COMETA 2012 (formato Mágnum), representación de los viñedos más viejos, un compendio de elegancia, potencia y estructura, "el más Ribera de todos", nos comenta Germán. Cierto, es más potente y mineral y la madera se hace un poco más presente con sus toques avainillados y de frutos secos (la crianza es superior a la de otros vinos de la misma bodega), pero bien integrada en una boca muy viva y plena y que conserva la acidez característica de sus elaboraciones. Vino de guarda, sin duda.
Turno para Quinta Milú VIÑAS VIEJAS 2013, un vino de parcela en toda regla, con viñas de más de 100 años del que se elaboran tan solo 2 ó 3 barricas. El paso de madera es suave, matices de vainilla y café para un vino claramente de guarda.
Tocó después presentar el nuevo proyecto de Germán: CASA AURORA, del que salen al mercado sus primeros vinos. Casa Aurora parte del proyecto de restaurar la antigua casa de su bisabuela en Villa Albares (Bierzo Alto, de nuevo), a la que debe el nombre de la Bodega. Como rezan sus etiquetas, vinos de pueblo y de parcela, algo muy limitado y único; todo un lujo poder catarlo, sin duda. Vinos que nacen para recuperar aquello que corre el riesgo de perderse, el valor de mantener la tradición y la añoranza.
POULA 2013 (Vino de Pueblo) es un vino que tampoco deja indiferente: mezcla las variedades de Garnacha, Garnacha Tintorera, Palomino y Mencía; un vino elaborado como antaño, y con una nariz realmente golosa y mucha presencia de fruta. Un vino para beberse más de una y de dos copas.
LA GALAPANA 2013 (Vino de Parcela), de raíces viejas de más de 100 años, con más Mencía que el anterior y desaparecen las variedades blancas. Aparecen toques de reducción típicos de la mencía que invitan a esperar. Tiene una boca más plena y más persistencia que el anterior; más mineral y fresco. Un vino al que aún le queda mucha mucha vida en botella.
Volvemos a La Aguilera con Quinta Milú BELLAVISTA 2013, elaborado con viñedos asentados en suelos de grava. Buena nariz, se percibe su mineralidad y los aromas a bosque y sotomonte; también su marcada acidez en boca que de nuevo augura buen envejecimiento en botella.
De ahí volvemos al BierZOO con LA MENDAÑONA 2013, que nace de la parcela que lleva su nombre: arcilla roja, laderas pronunciadas y maduración tardía para un vino 100% Mencía (18 meses de crianza) y que se elabora cuando las condiciones son excepcionales. Un vino suave, con mucha presencia de fruta, donde la mencía se expresa esta vez sin tantos aromas reductivos, más plena. En boca es de paso suave, más corto; de nuevo un vino para guardar durante mucho tiempo.
Las etiquetas de los vinos, nos traen recuerdos de la infancia y remarcan el gusto por la tradición |
Vuelta a Quinta Milú EL MALO 2012, vino de un solo viñedo, de suelos de arcilla donde la baja maduración de la uva es el factor predominante. En el pueblo le llamaban "El Malo" por su escasa producción y por ser el último en madurar. Es por ello que se requiere de mucha atención y cuidados y por eso se elabora de forma separada: con crianza de 15 meses en barricas (esta vez nuevas) de roble francés. Vino de escasa producción y de guarda, destaca por sus aromas a fruta negra y ese pico de acidez y permanencia en boca que lo hacen un vino elegante y enorme.
Como guinda a una estupenda noche de cata, aparecieron las sorpresas:
SAN ESTEBAN VIÑAS DEL MONTE 2008, (85% Mencía, resto Cabernet y Merlot) un vino muy sutil y complejo, con aromas a fruta roja, mineral y madera bien integrada.
QUINTA MILÚ VIÑAS VIEJAS 2009, que sólo se elabora en formato Mágnum proveniente de UNA barrica de 225l (sí si, uno sola barrica) y crianza de 23 meses. Presente aquí la selección de uva para un vino único, que debe abrirse con tiempo para apreciarlo. Persistente, fresco, goloso y con mucho recorrido; uno de mis favoritos de la noche.
ANÉCDOTA: Curioso es que nos pasemos toda la cata hablando del BierZOO, y que sus vinos estén fuera de la D.O. Bierzo, porque el límite de la Denominación de Origen se trazó a menos de 50m de los viñedos de Altos de San Esteban.... en fin, qué cosas...
12 vinos y horas que se pasan volando, charlas amenas, buena compañía y la sonrisa de haber asistido a una cata de las buenas: Pasado, Presente y Futuro... Mucho futuro.
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