Xosé Lois Sebio y Patxi Movilla en acción |
Así que, esta vez sin capa de superheroína, me senté a la mesa de cata junto con otros 9 afortunados. La cata se enmarcaba dentro del programa de actividades de Compostela Gastronómica, que tuvo lugar en Santiago de Compostela del 19 al 27 de septiembre. En una noche en la que la lluvia no daba tregua, en aquella sala subterránea, parecíamos conspiradores de una guerra pasada, una cata "clandestina" propia de años de ley seca... Sin duda el entorno le daba un plus especial a lo que Sebio nos presentaría esa noche.
Podría estar horas hablando de los Viños de Encostas (vinos de zonas con identidad muy acusada, en laderas y zonas de difícil acceso y elaboración), proyecto de Sebio bajo el que se enmarcan sus creaciones más personales y arriesgadas, pero se convertiría en un post eterno y pretendo simplemente dar un par de notas y apuntes de cada uno de los vinos catados.. Lo que intento es, pues, acercaros un poco a sus vinos...sólo a medio camino, para que el resto del camino lo hagáis vosotros... Es toda una declaración de intenciones: Debéis probar sus vinos... y yo no puedo hacerlo por vosotros.
El primero de la noche fue una primicia que yo ya tuve la gran suerte de probar en Tui, en la Emoción dos Viños (os invito a leer de nuevo el post) y que todavía no ha salido al mercado... O Con 2013, albariño de Rías Baixas, que Sebio elabora junto con Xurxo Alba, de Albamar en un su finca de Castrelo: 100% elaborado en inox, sin lías ni barricas. Se me acaban los calificativos para este vino, sobre todo por su potencial, por todo lo que puede llegar a ser, dado que todavía está "por hacer" en botella. Traía mis recuerdos sensoriales de Tui, fue el blanco que más me sorprendió, y de repente volví a sentirlo, pero todavía más...el vino ya ha cambiado desde junio y lo seguirá haciendo... La sutileza de la piel de limón, la frescura... Tan sólo dejándolo reposar en la copa y catándolo media hora después, este O Con ofrecía matices completamente diferentes... Y todavía más sorprendidos cuando un par de horas después, el muy insolente nos volvió a ofrecer toques cítricos propios de un vino con un frescor y acidez que merecen la pena la espera a la que nos someterá para verlo en todo su esplendor.