Bebía yo, allá por el mes de septiembre del año pasado, una botella de
Cortezada 2013. Poco sabía yo por aquel entonces de Fedellos do Couto: los
había visto en A Emoción dos Viños hacía un par de meses, lo justo para catar
alguno de sus vinos en el medio de todo aquel festín vinícola que es Tui; luego
comprobé cómo contaban con cada vez mejores valoraciones, que su
producción de 7.500 botellas se evaporaba a buen ritmo y me dije “Pues está
claro que aquí hay un buen proyecto, serio, sí, pero hecho para disfrutar”.
De los cuatro “fedellos” (Luis Taboada, Pablo Soldavini, Carlos
Bareño, Jesús Olivares) y su proyecto
hablamos en su momento, en la revista Pincha(e)discos, al hilo de la cata de este Cortezada 2013, y sirve de continuidad a
lo que escribí sobre Laura Lorenzo en el post anterior. Las segundas generaciones de la Ribeira Sacra
tienen mi incondicional admiración por el laborioso trabajo que supone poner en
valor una zona muy a menudo maltratada por la propia D.O. y por gustos
consumistas poco afortunados.
Su inquietud e inconformismo (así podríamos
definir la palabra “fedello”) unidos a la filosofía de representar en cada
botella la tradición, el terruño y las variedades con las que trabajan, han dado
(y seguirán dando) como resultado la máxima expresión de calidad de un producto
fabuloso. Cuando se tiene una buena materia prima, lo más fácil es “hacerlo
fácil”, que el trabajo en bodega sea tan bueno que no se note.
Por todo eso Cortezada es ejemplo de muchas cosas: esta
parcela situada en bancales de las Ribeiras do Sil, en las cercanías del Pazo do Couto, que apellida este proyecto, ve nacer la Mencía que
se usará para elaborar este vino.
Y ahora es cuando viene el aplauso: Cortezada
2014 sube muchos peldaños de nivel con respecto al 2013. Si este último ya
presentaba su característica rusticidad, su mineralidad y una buena acidez, sí
es cierto que el conjunto no resultaba tan fresco y se apreciaba más madurez en
boca.
Pero Cortezada 2014 es un
perfecto equilibrio entre la expresión y el vigor de la viña, el terreno sobre
el que asienta y el buen trabajo que lo acompaña. Menos alcohólico que su hermano
más viejo, la calidez que podría aparecer por el terreno esquistoso, se ve
compensada con los aromas de monte bajo, a hierbas aromáticas, a pino, la fruta
resulta más fresca, incluso se aprecia una astringencia agradable. Se respira
altitud, montaña, infinitos matices y especias aportadas por una madera
magníficamente integrada.
Y el espectáculo Lomba dos Ares, lo dejamos para otra
ocasión; aunque ya he catado este 2014 (elegancia en estado puro), me guardo otra botella para abrir dentro de un
tiempo, porque sé con total seguridad que estará todavía mejor que ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión le da sentido a este blog; Vamos! No te cortes!!